Octavio Paz


De los escritores nacidos después de 1914, ninguno posee, como Octavio Paz, la capacidad necesaria para establecer contacto con el lector a través de los distintos géneros que practicó. Al leer sus poemas, se olvida el ámbito de la costumbre y se ingresa en el del asombro de vivir. Entre Paz y los poetas anteriores existen, por lo menos en apariencia, diferencias que de tan mayúsculas dan la impresión de rupturas. A partir de sus primeros poemas, el tono y la actitud dan la espalda a las maneras tradicionales de escribir poemas: rompe con la mesura, con la fineza, con la técnica de trabajar el poema como si fuera una miniatura, con el tono crepuscular y la gris tristeza autóctona. Poeta de todas las horas, quizá prevalezca en sus poemas la madurez del día, madurez gozosa que se identifica con el encuentro y el abrazo nupcial de la pareja. Paz es el poeta de las nupcias: en sus textos líricos copulan el cielo y la tierra, el hombre y la mujer, los animales, los astros, las plantas, las palabras, y copulan alegre y satisfactoriamente. El amor (el erotismo) es, entre las formas de aprender y comprender, la más lúcida y la más válida, quizá la única. Y a través de ella, Paz descubre y puebla un mundo en el que el hombre y la mujer luchan, se despedazan y surgen nuevamente de sus cenizas. Su erotismo abarca, incluso, al lenguaje; para él existen palabras masculinas y palabras femeninas, y de su conjugación nace el poema. Es más, en numerosos poemas suyos aparecen versos varones y versos hembras: colocados unos después de otros, su proximidad se vuelve explosiva. Esta técnica (porque en el fondo se trata de una técnica) le permite obtener que los efectos exasperantes se tornen lujuriosos y, después, cumplido el rito del amor, se vuelvan plácidos y tiernos. Satisfecho el deseo, a la compañía sucede la soledad, como a la noche el día.





Primavera a la Vista

Pulida claridad de piedra diáfana,
lisa frente de estatua sin memoria:
cielo de invierno, espacio reflejado
en otro más profundo y más vacío.

El mar respira apenas, brilla apenas.
Se ha parado la luz entre los árboles,
ejército dormido. Los despierta
el viento con banderas de follajes.

Nace del mar, asalta la colina,
oleaje sin cuerpo que revienta
contra los eucaliptos amarillos
y se derrama en ecos por el llano.

El día abre los ojos y penetra
en una primavera anticipada.
Todo lo que mis manos tocan, vuela.
Está lleno de pájaros el mundo.

Octavio Paz