César Vallejo
El 16 de marzo de 1892 y en Santiago de Chuco, undécimo y último hijo de un matrimonio que juntó en su prole sangre española y sangre incaica, nació César Vallejo. Toda su vida creó con lo que le faltó. Su pobreza se transformó en justicia. Su orfandad en misericordia. Su soledad en compasión. César Vallejo realizó el milagro de no consentir que los años, el hambre y la historia le asesinaran el niño que siempre fue.
Vallejo se siente y, por lo tanto, se sabe ser espíritu del pueblo. Renuncia a su persona individual para lograr el ser de todos, confundiéndose con el destino de los demás. Frente a quienes persiguen como supremo bien y a toda costa la satisfacción de sus deseos particulares, Vallejo subordina el suyo propio al bien común.
La voz de la poesía de Vallejo nos suena cada vez más honda y más viva, también más dolorida. Como toda voz de poesía se afianza y afirma con el tiempo.
Como en todo gran poeta, la vida lírica de Vallejo su lenguaje trágico, se siente y se entiende hondamente entrañado en su vida propia. En César Vallejo hay más, mucho más de lo que suele pensarse y decirse que es un poeta.