Borges como poeta








Borges decía que había escrito sus cuentos para que le soportásemos su poesía. La armadura del comentario denota inteligencia, pero es injusto. Desde Fervor de Buenos Aires hasta Los conjurados, Borges configura una poesía particular en el panorama de nuestra lengua. Se trata, del testimonio de un hombre que en algún verso confesó ser un Alonso Quijano que nunca se atrevió a ser don Quijote. Es una poesía de referencias personales acerca de la única razón de su existencia, la literatura. No hay amor, no hay infancia, es cierto. Hay sólo recuerdos y libros.

En el prólogo a su Obra poética 1923-1976, Borges confiesa: Tres suertes puede correr un libro de versos: puede ser adjudicado al olvido, puede no dejar una sola línea pero sí una imagen total del hombre que lo hizo, puede legar a las antologías unos pocos poemas. Si el tercero fuera mi caso, yo querría sobrevivir en el Poema conjetural, en el Poema de los dones, en Everness, en El Golem y en Límites. Pero toda poesía es misteriosa. Yo pienso que está bien. Cinco poemas en doce poemarios no es un mal promedio.