Últimas horas de la poetisa













Omar Pérez Santiago. Escritor chileno

El sábado 22 de octubre de 1938 una mujer -46 años- deambula en Buenos Aires hacia la estación de trenes, saca un billete, sólo de ida, para Mar del Plata. Se instala en una modesta residencial con el borroso designio de suicidarse. Se dice -la anécdota es oscura- que está enferma, cansada y anhela la muerte como una liberación. Quizás, en un banco desmantelado ocupa largas horas en repasar su vida. Tal vez emplea su tiempo en redactar el poema "Voy a dormir":

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.


Va al correo y envía el poema a La Nación. El lunes permanece la noche en vela con su confusión moral. Es probable que se escucharan gritos de rebeldía y palabras de sumisión. Habla consigo misma. Redacta una carta a su único hijo, Alejandro, de 26 años. A la una de la noche sale y va hacia el mar. Sus biógrafos aseguran que saltó al agua desde una escollera. El mito, sin embargo, más poético y más lleno de espíritu, que se internó lentamente en el mar.

Horas más tarde, dos jóvenes obreros que paseaban por la playa La Perla encontraron su cuerpo. Era Alfonsina Storni, una de las más importantes poetas del siglo.

Sobrellevó un cáncer de mama hasta que, finalmente, se sintió abrumada por la desesperación y decidió acabar con su vida.

Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
y fosforescentes caballos marinos harán
una ronda a tu lado.
Y los habitantes del agua van a nadar
pronto a tu lado.